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miércoles, 8 de junio de 2011

Bajo el cielo de Sevilla (dedicado a Bécquer)


Cariño le tengo a esa provincia porque porque su cielo te vio nacer. La conocí en verano, bajo su implacable calor capaz de bañar de locura al hombre más cuerdo; espejismos ven, en ésta época del año, los ojos de los viandantes como si vivieran en las arenas del desierto en pleno día.
Rumor de caracolas se percibe en las mañanas, aunque el mar no tenga cerca; silencio rociero habita en sus noches flamencas, esa es Sevilla, tierra de amor que te vio nacer y en sus pergaminos habías de escribir tus versos.
Tus versos... lindo homenaje a tu propio corazón; profundidad de sentimiento en la inmortalidad de tus rimas. Enamorada literariamente de tí, en tu seno hallé, por primera vez, la poesía; esa gran enredadera de términos de amor y muerte que a las damas endulza. ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía ... eres tú. *
Quisiste ser amante de los pinceles, pero como bien narras en Los ojos verdes, se te dio mejor dejar volar la pluma a capricho. Yo también vi, en una ocasión, unos ojos así, luminosos, transparentes como las gotas de la lluvia que se resbalaban sobre las hojas de los árboles después de una tempestad de verano*; pero no eran verdes, eran oscuros, eran... los tuyos.
Detrás de tu lírica hay tesoros escondidos que no desveslastes antes de tu muerte, pero están ahí, entre línea y línea para las mentes sabias que deseen encontrarlos. Yo los encontré y en mi corazón viven como un tesoro, compartiendo contigo el gran secreto. Nuestro secreto.
Yo hubiera recorrido contigo todos los paraísos azules con los que soñabas en tu niñez, hubiera bajado a tu lado a los horizontes infinitos... yo ... con rubor en mis mejillas, te digo que me hubiera comprometido en nupcias contigo.
¡Tremendo error cometieron aquellas que no supieron amarte! Yo te amé con tan sólo leer uno de tus versos y así los haya leído infinitamente una vez tras otra... no me hastío. Me lleno de ternura y fascinación al abrir nuevamente tus páginas, son lo más preciado: la llave que conduce a tu interior; emocionante viaje que lamento no haber realizado por no nacer en tus tiempos.
Dicen los románticos que todos tenemos un alma gemela, la buscamos inconscientemente durante nuestra vida hasta que creemos encontrarla, entonces unimos ambas esencias hasta el lecho de muerte, pero... ¿Qúe ocurre si por capricho del universo, nunca se llegan a encontrar?
Despertar es morir*, sabias son tus palabras. Desperté hace algo más de un cuarto de siglo y en la senda que lleva a la muerte, voy poquito a poco, pero moriré sabiendo que tú, mi amante literario, eres mi alma gemela.

*Relato dedicado a Gustavo Adolfo Claudio Domínguez-Insausti y Bastida Bécquer, más conocido cómo Gustavo Adolfo Bécquer, en agradecimiento por su gran trabajo (párrafos en cursiva), ya que gracias a él, mi pasión por escribir fue indiscutible. Aunque ya no esté con nosotros, su obra nos seguirá maravillando hasta el fin de los tiempos. Gracias Bécquer.

*Imagen extraída de internet de Gustavo Adolfo Béquer





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